CRAG y la inexplicable ausencia de “Señora Azul” en plataformas digitales
En la entrada de la sala Galileo Galilei, encima de los 3 escalones que dan paso a su planta baja, hay una foto panorámica (en realidad un montaje de varias fotografías superpuestas) en las que se puede observar al público de la sala durante uno de sus conciertos más memorables. En el escenario pueden verse a Juan Robles Cánovas, Rodrigo García, Adolfo Rodríguez y José MaríaGuzmán. El concierto tuvo lugar el jueves 6 de octubre de 2005, 31 años después de la publicación de su reconocido primer álbum, Señora Azul (Hispavox), del que se publicaba en esos días una edición especial recopilatoria: 30 años Gran Reserva (EMI).
Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (CRAG) fueron un grupazo nacido en España a principios de los setenta. Sus miembros procedían de grupos como Solera, Pekenikes, Los Íberos o Los Módulos y seguían la estela de “supergrupos” de la época como Crosby, Still & Nash. Aquel día se supone que era la primera vez que se juntaban de nuevo en un escenario despúes de muchos años (habían vuelto a grabar en los ochenta y, en directo, se habían juntado en trio, bien como Cánovas, Adolfo y Guzmán o con la fórmula Rodrigo, Adolfo y Guzmán).
Ocho años después, acabo de volver a casa de ver en Clamores, sala hermana de la Galileo Galilei, a Cánovas, Adolfo y Guzmán en acústico (acompañados por Juan, hijo de Cánovas, al piano). No sólo tocaron canciones de la primera etapa de CRAG (conmovedora Sólo pienso en tí, coreada Señora Azul entre otras) y de su reunión en los ochenta (Necesito tenerte o Queridos compañeros), también lo hicieron de Solera (Linda Prima y Recorriendo las calles del viejo París), Íberos (Summertime Girl), Cadillac, el grupo que Guzmán formó en los ochenta, (Perdí mi oportunidad) y se atrevieron con dos versiones: una preciosa Helplessly Hopping de Crosby, Still & Nash y una no tan acertada Blackbird de los Beatles (aunque con muy buen arreglo a tres voces).
Vuelvo a casa con ganas de escuchar un poco más, de recuperara las grabaciones y arreglos originales y me encuentro con el horror. Ingénuo pruebo a buscar en YouTube a ver si de casualidad se colaron en algún programa de la época, aunque fuera haciendo playback. Pero no, en su día apenas tuvieron éxito y supongo que por eso no hay grabaciones de la época. En su lugar me encuentro el horror:
Sin palabras. Vergüenza. Pero implica una promoción impresionante. Por eso decido investigar la “salud” de sus discos y descubro que Señora Azul no está en el mercado: ni el disco original, ni la reedición-recopilatorio. Ni siquiera está disponible en plataformas digitales como Spotify; sí que están los dos discos de los ochenta publicados por Polygram (ahora Universal), pero no el primero, publicado por Hispavox (ahora EMI). ¿Cómo puede ser que uno de los mejores discos de la historia de la música pop española (para Rockdelux el número 11 para ser más exactos) no pueda comprarse ahora mismo en España? ¿Cómo puede ser que estos señores tengan que aguantar a un humorista que ni sabe cómo se llaman, ni sabe lo importante de sus canciones y lo que más le llama la atención es que uno de ellos haya grabado jingles?
Este es sólo un claro ejemplo de lo poco que se valora la música en este país. Es como si en Reino Unido no se pudiera comprar un disco de Nick Drake. Pensando en ese tema tan recurrente de la crisis de la industria discográfica, ¿no estaría bien sacar todo el fondo de catálogo a la venta en digital y en streaming en todas las plataformas? ¿No es precisamente esa la ventaja de la larga cola y la economía digital? Y la duda ya me corroe y me lleva a pensar que quizás debería existir una obligación más moral que legal acerca de la edición y puesta a disposición del patrimonio cultural. Sólo pensar en tantos y tantos discos que no están disponibles de ninguna forma pudriéndose y desapareciendo justo ahora que pueden tener su público y ser rentables. Se que hay muchas complicaciones detrás pero, en este caso, se trata de un fonograma que se ha remasterizado y reeditado hace tan sólo 8 años y cuyos autores están (todavía y espero que por muchos años) vivos y que tienen otras obras ya disponibles en digital.
La próxima entrada: las peores versiones de Solo pienso en tí.
Spotify: Términos y Condiciones de Uso
Cuando comencé a escribir este blog, una de las metas que me puse fue la de analizar los términos y condiciones de uso de los principales servicios de música existentes. La verdad es que con el tiempo, he escrito mucho menos de lo que pensaba, y no llegué a escribir nada al respecto.
Lo bueno de internet es que muchas veces ya existe esa información. Hace poco descubrí la web de Jorge Morell Ramos, abogado y experto en derecho de internet, que en su web Términos y Condiciones analiza estos temas de muchos servicios como Chrome, WhatsApp, PayPal o FourSquare.
Y como aquí hablamos de música os dejo el link directo para ver las entradas sobre los Términos y Condiciones de Uso de Spotify. Y ya que estamos, la canción del día, Condiciones que existen, de Eddie Palmieri y -como no- en Spotify:
Los mejores discos del 2010
Nadie me lo ha pedido y tampoco es que me haya pasado el año atento a todos los lanzamientos. Pero, en lugar de hacer una lista de todo lo que diría que es lo mejor, he decidido echar un vistazo a mi cuenta de lastfm y dejar testimonio de los discos que han estado más presentes en mi vida este año que hoy acaba. Aunque seguramente no se corresponde 100% con lo que más he escuchado (ya que no incluye los vinilos o los CD que sí que sigo escuchando, debo ser de los pocos), sí que es verdad que la mayoría de música la escucho en el ordenador, ya sea en itunes o spotify, en el trabajo o en casa. El resultado es el siguiente…
Hasta pronto, Spotify
Después de casi un año como usuario Premium de Spotify, he decidido darme de baja del servicio. ¿Por qué? Por ahorro. Para mí, ahora mismo se ha convertido en un capricho que no debería permitirme…
1 comment